domingo, 30 de diciembre de 2012

¿Quienes son los demonios?




Fantasmas, duendes, genios, demonios... Personas de diversas religiones creen en estos espíritus y los consideran malignos, buenos, o ambas cosas a la vez. Otras, en cambio, opinan que no son más que una superstición, un producto de la imaginación. Ahora bien, ¿qué dice la Biblia sobre este tema?

La Biblia enseña que el Creador mismo es un Espíritu y que sus primeras creaciones fueron espíritus, o ángeles (Juan 4:24; Hebreos 1:13, 14). Además, habla de espíritus malignos, a los que a veces llama demonios (1 Corintios 10:20, 21; Santiago 2:19). Pero no enseña que Dios creara a los demonios. Entonces, ¿quiénes son, y de dónde salieron?

“Ángeles que pecaron”

Cuando Dios creó a seres espirituales, los dotó de libre albedrío, es decir, de la capacidad de elegir por ellos mismos si hacer el bien o el mal. Por desgracia, tras la creación del ser humano, un número no especificado de ángeles optó por hacer el mal rebelándose contra Dios.

El primer espíritu que se rebeló, el más infame, se convirtió en Satanás. “No permaneció firme en la verdad”, dijo Jesucristo (Juan 8:44). ¿Qué impulsó a Satanás a volverse contra Dios? Empezó a codiciar la adoración que le pertenece exclusivamente al Creador, actuó en conformidad con ese deseo y se erigió en un dios rival. De esta manera se hizo a mismo Satanás, palabra que significa “opositor”. Siglos más tarde, antes del diluvio universal, otros ángeles se unieron a él al abandonar su puesto en los cielos y materializarse en forma humana para vivir en la Tierra (Génesis 6:1-4; Santiago 1:13-15). Cuando vino el Diluvio, todo indica que “los ángeles que pecaron” se desmaterializaron y regresaron a la región espiritual (2 Pedro 2:4; Génesis 7:17-24). Andando el tiempo se les llegó a conocer como demonios (Deuteronomio 32:17; Marcos 1:34).

Pero la situación de los ángeles desobedientes pasó a ser muy distinta de la que habían tenido antes de rebelarse. Judas 6 explica: “A los ángeles que no guardaron su posición original, sino que abandonaron su propio y debido lugar de habitación, [Dios] los ha reservado con cadenas sempiternas bajo densa oscuridad para el juicio del gran día”. En efecto, Dios no permitió que los demonios volvieran a tener los privilegios que antes habían disfrutado en el cielo. Más bien, los privó de toda iluminación espiritual echándolos en simbólicos “hoyos de densa oscuridad”.

“Extraviando a toda la tierra habitada”

Aunque todo apunta a que los demonios no pueden materializarse de nuevo como seres humanos, siguen teniendo mucho poder y ejerciendo gran influencia sobre las ideas y la vida de la gente. De hecho, Satanás, junto con sus huestes demoníacas, “está extraviando a toda la tierra habitada” (Revelación [Apocalipsis] 12:9; 16:14). ¿De qué manera? En buena medida, a través de “enseñanzas de demonios” (1 Timoteo 4:1). Estas doctrinas falsas, a menudo de carácter religioso, han cegado la mente de millones de personas a la verdad sobre Dios (2 Corintios 4:4). Lo invitamos a considerar algunas de tales enseñanzas.

La creencia de que los muertos siguen vivos. Por medio de apariciones, voces y diversos engaños, los demonios inducen a la gente a creer que los vivos pueden comunicarse con los muertos. Con ello también fomentan la mentira de que hay un alma que sobrevive a la muerte del cuerpo. Sin embargo, la Biblia afirma rotundamente que los muertos “no tienen conciencia de nada en absoluto” (Eclesiastés 9:5, 6). Puesto que ‘han bajado al silencio’, ni siquiera pueden alabar a Dios (Salmo 115:17).

La moral del “todo vale”. “El mundo entero yace en el poder del inicuo”, dice 1 Juan 5:19. Valiéndose de los medios de comunicación y de otros canales, Satanás y sus demonios promueven la maliciosa idea de que los seres humanos deben dar rienda suelta a sus más bajos deseos (Efesios 2:1-3). Por esa razón, el mundo de hoy está plagado de perversiones sexuales y de todo tipo de inmoralidad. Estas conductas llegan incluso a verse como normales, mientras que los principios bíblicos se suelen considerar anticuados o intolerantes.

La creencia en el espiritismo. En cierta ocasión, el apóstol Pablo se encontró con una sirvienta poseída por “un demonio de adivinación [mediante el que] proporcionaba mucha ganancia a sus amos practicando el arte de la predicción” (Hechos 16:16). Pablo se negó a escucharla, pues sabía de dónde procedían sus dotes sobrenaturales. Además, no quería ofender a Dios, para quien son detestables todas las formas de espiritismo, incluyendo la astrología y la práctica de invocar a poderes ocultos (Deuteronomio 18:10-12).

Protéjase de los demonios

¿Cómo puede usted protegerse de los espíritus malignos? La Biblia responde: “Sujétense [...] a Dios; pero opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes” (Santiago 4:7). Podemos seguir este mandato obedeciendo en nuestra vida las enseñanzas de la Biblia, el único libro sagrado que denuncia abiertamente a Satanás, los demonios y sus “artimañas” (Efesios 6:11, nota; 2 Corintios 2:11). La Biblia también nos dice que los espíritus malignos y todos los que se oponen a Dios dejarán de existir (Romanos 16:20). “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella”, asegura Proverbios 2:21.

 

Las serpientes en los ritos religiosos ayer y hoy

 

El culto a las serpientes se remonta a civilizaciones muy antiguas. Por ejemplo, los egipcios y los primeros habitantes de la isla de Creta —los minoicos— ya las adoraban. En el pueblo de Israel, muchos llegaron a hacer sacrificios a una serpiente de cobre. Otros israelitas incluso ofrecieron incienso a imágenes de “cosas que se arrastran” (Ezequiel 8:10-12; 2 Reyes 18:4).

Varios pueblos ancestrales de México estaban inmersos en la adoración a dioses-serpiente. La divinidad más importante de los mayas, Itzamná, guardaba relación con las serpientes. Quetzalcóatl, la “serpiente emplumada”, era el dios tolteca de la sabiduría, la cultura y la filosofía. Los aztecas también lo consideraban el dios de la sabiduría e incluso lo veneraban como el creador de la humanidad. Respecto a sus funciones y atributos, la revista Arqueología Mexicana señala: “La serpiente emplumada acumuló múltiples significados, tantos como quizá ninguna otra divinidad los tuvo”.

Durante siglos, los habitantes de Mesoamérica adoraron a la serpiente emplumada. Ciertos grupos étnicos de México, como los coras y los huicholes, todavía le rinden culto. En algunas de sus fiestas realizan danzas en las que los participantes, engalanados con plumas, imitan los movimientos de la serpiente. Otro pueblo indígena, los quichés, celebran un rito de la fertilidad en el que ejecutan danzas con serpientes vivas. Los chortíes, indígenas mayas de Guatemala, también veneran a una serpiente emplumada que identifican con ciertos “santos” católicos.

En vista de lo anterior, quizá algunos se pregunten: “¿Qué piensa al respecto el Creador del ser humano y los animales, entre ellos las serpientes?”.

Lo que Dios piensa sobre el culto a las serpientes

A la antigua nación de Israel, Jehová Dios le dio este mandato: “No debes hacerte una imagen tallada ni una forma parecida a cosa alguna que esté en los cielos arriba o que esté en la tierra debajo o que esté en las aguas debajo de la tierra. No debes inclinarte ante ellas ni ser inducido a servirlas” (Éxodo 20:4, 5).

De modo que Dios le prohibió a su pueblo adorar imágenes de animales, como las serpientes. Está claro, entonces, que si queremos contar con la aprobación divina, hemos de huir del culto a las serpientes. Pero ¿por qué condena Dios este tipo de veneración? Simple y sencillamente, porque es él quien da la vida tanto a seres humanos como a serpientes y a cualquier otra criatura. Por eso, nuestra adoración se la debemos a él, no a las cosas que ha creado.

Ilustrémoslo. Un arquitecto construye varias casas para donárselas a algunas familias. Imagínese que los ocupantes glorificaran las casas y les dieran las gracias a ellas en vez de al generoso arquitecto. ¿Verdad que sería absurdo? Seguramente él se ofendería. De igual modo, a Dios le ofende que la gente adore a los animales en vez de a él, que es el Creador.

En conclusión, si deseamos obtener el favor de Dios, debemos hacer caso de la advertencia del apóstol Juan: “Hijitos, guárdense de los ídolos” (1 Juan 5:21).

 

LA MANIPULACIÓN DE SERPIENTES

     En el sureste de Estados Unidos, ciertas iglesias carismáticas practican la manipulación de serpientes venenosas. Hay quienes se las colocan sobre los hombros, y otros agarran varias a la vez. El hecho de levantarlas y moverlas pudiera asustarlas y hacer que muerdan. A lo largo de los años, algunos han muerto por manipularlas en sus ritos religiosos.

  Los manipuladores de serpientes fundamentan su práctica en el pasaje de Marcos 16:17, 18, que en parte dice: “Con las manos tomarán serpientes”. La Reina-Valera y otras versiones bíblicas tradicionales incluyen estos versículos como parte del texto original. Sin embargo, otras versiones como la Reina-Valera Actualizada, la Versión Popular y la Nueva Versión Internacional señalan que estos versículos no aparecen en la mayoría de los manuscritos más antiguos del evangelio de Marcos.

  La Biblia no apoya la idea de que el rito religioso de manipular serpientes cuente con la aprobación divina. En ella se dice que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Seguramente usted concordará en que nuestro amoroso Creador no pediría que sus siervos realizaran ritos peligrosos a fin de complacerlo. Es más, su propio Hijo, Jesús, ofreció esta invitación: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré” (Mateo 11:28, 29). Está claro que la manipulación de serpientes —y el dolor, las alteraciones físicas y hasta la muerte que pudieran sobrevenir— no es lo que Jehová y Jesús desean para los cristianos.