“LAS
películas no ejercen ninguna influencia en mí —afirma una adolescente
llamada Karen—, porque las escenas de miedo y de terror solo las veo para
distraerme.” Hay muchos jóvenes que, al igual que esta chica, dicen ser inmunes
a la influencia de las películas. No obstante, la joven Georgia no está
de acuerdo. Ella ha visto varias películas clasificadas R y dice: “Nunca
olvidas aquellas escenas [...]. Cuanto más piensas en ellas, más deseas
hacer lo que has visto”.
Las
películas gozan de inmensa popularidad entre los jóvenes. En un año reciente,
el 36% de los más de 113 millones de personas que hicieron cola para entrar en
los cines de Estados Unidos eran adolescentes. Otros millones se valen de las
videocintas o de la televisión por cable para ver películas en la intimidad de
su hogar. Por supuesto, todos necesitamos relajarnos y distraernos de vez en
cuando, pues la diversión puede reconfortar y estimular la mente. Muchos jóvenes
consideran que una manera de lograrlo y de llenar una tarde o noche que de otra
manera sería aburrida, es ver una película. Pero, ¿qué clase de películas ves tú?
¿Importa en realidad?
Las tendencias actuales de
las películas
“Hedonismo,
sexualidad, violencia, avaricia, egoísmo.” Según el psiquiatra infantil Robert
Coles, estos son los valores que predominan en la mayoría de las películas que
se producen hoy. De manera similar, una investigación encabezada por el doctor
Vince Hammond llegó a la conclusión de que “la mayoría de las películas que se
proyectan en los países industrializados contienen alguna medida de violencia,
y muchas son clasificadas de violentas o altamente violentas”. Los
investigadores de Hammond examinaron mil películas de diversos países. ¿A qué
conclusión llegaron? “La producción de películas violentas es un problema
mundial.”
Las
películas que más popularidad tienen entre los jóvenes son las de horror, las
que reflejan posesión demoniaca, violaciones y derramamiento de sangre de maneras
sumamente perversas. Según lo expresó el doctor Neil Senior, citado en la
revista Seventeen, en estas películas “se ve todo lo que ninguna familia
querría que les sucediera a ellos”. Sin embargo, muchos jóvenes hacen cola para
verlas.
También
ha aumentado mucho la cantidad de películas con escenas pornográficas. Según un
profesor de universidad, “en Canadá, los mayores consumidores de videocintas
pornográficas son jóvenes con edades comprendidas entre los doce y los
diecisiete años, y eso puede estar pervirtiendo su modo de ver la conducta
sexual”.
Sin
embargo, esta situación no parece preocupar mucho a la industria
cinematográfica. La revista Variety dice que las películas que presentan
escenas gráficas de violencia y sexo van en aumento, mientras que las películas
sanas y para las familias ya apenas se producen. Entonces, ¿cabe la posibilidad
de que cierto tipo de películas te afecten de manera negativa?
Una amenaza para tus
ojos y oídos
Las
películas constituyen una fuerte amenaza para los sentidos. Jesús dijo que “la
lámpara del cuerpo es el ojo”. (Mateo 6:22.) Lo que ves puede tener un profundo
efecto en ti. Una enciclopedia dice que “la mente se deja llevar por los ojos”.
Por lo general, tu mente controla las cosas en las que tus ojos se fijan y ven,
pero cuando te fijas en las enormes imágenes que se mueven por la pantalla de
cine, es fácil que dejes tu mente en manos del director de la película. Algunos
están tan absortos en la película que posiblemente necesiten un fuerte codazo
en el costado para romper el hechizo de esta.
“El
oído que oye” también influye mucho en tus pensamientos y actos. (Proverbios
20:12.) Las hipnotizantes imágenes y palabras, acompañadas de música que aviva
las emociones, generan temor, emoción, ira y pasión. La consecuencia es que las
películas pueden transmitir tal sensación de realismo que a algunos
espectadores les resulta difícil distinguir entre la realidad y la ficción.
Una amenaza para tu
mente y moralidad
La
perspectiva o punto de vista que ofrece una película también puede influir
mucho en tus reacciones. Por eso los directores de cine procuran que los
espectadores se identifiquen con los personajes de la película, aun cuando el héroe
sea un criminal o un sádico, sediento de poder. Si no tienes cuidado,
puedes encontrarte aplaudiendo a un criminal.
¿Cómo
reaccionó cierto auditorio a una reciente parodia de horror en la que un
maniaco cuyos dedos eran cuchillas iba acuchillando durante varias escenas todo
lo que se le ponía por delante? Animaron al sanguinario asesino. Dejaron que la
cámara les manipulase la mente, y al parecer perdieron su sentido de valores...
y toda la compasión por las víctimas.
¡Qué
diferente es esta reacción a la admonición bíblica de no regocijarse por
el desastre ajeno! (Proverbios 17:5.) Supone una franca contradicción de la
regla áurea de Jesús ‘hacer a los demás lo que quieres que te hagan a ti’.
(Mateo 7:12.) Además, ¿podría ser compatible con la exhortación bíblica de ser “tiernamente
compasivos” el que uno se alegrase por un asesinato? (Efesios 4:32.) ¿No
equivaldría eso a ponerse del lado de “la congregación de los malhechores”?
(Salmos 26:4, 5.)
Efectos sutiles
Pero
a ti quizás te parezca que el efecto que puede producirte una película es tan
solo temporal, efímero. Y hay que admitir que no es probable que empieces
a acuchillar a todo el que te encuentres por el simple hecho de que eso sea lo
que hayas visto en alguna película. No obstante, un periódico de Nueva
Zelanda dice que hay “cada vez más prueba de que las películas y videocintas violentas
están vinculadas al comportamiento violento de algunos de los que las ven”. El
libro Adolescence también hizo referencia a muchos estudios sobre la
relación entre “la violencia en la televisión y el comportamiento agresivo”, y
reconoció que hay “cada vez más prueba” de que existe una vinculación entre
ambas.
También
ha habido noticias de actos espantosos e imprudentes que algunos han cometido
como reacción a ciertas escenas de películas. Por ejemplo, un joven murió de
las heridas sufridas al tratar de hacer el pino sobre el capó de una camioneta
que circulaba a toda velocidad. Poco antes había visto hacer esta acrobacia en
una película popular. Así que no puede decirse que sea exagerado afirmar
que una película puede afectar tus acciones.
De
todas formas, lo más frecuente es que las películas influyan en ti de un modo
mucho más sutil. Por ejemplo, ¿no tratan muchos de tus compañeros de hablar,
vestir y arreglarse como ciertos ídolos de la pantalla? ¿No es prueba esta
reacción de la fuerte influencia que ejercen las películas? En otros casos, ver
películas inmorales obviamente deteriora los valores morales de un joven. Por
eso el investigador y doctor Thomas Radecki afirma que ver muchas películas
violentas “conduce a una aumentante insensibilidad hacia la violencia”.
La
Biblia dice: “Jehová mismo examina al justo así como al inicuo, y Su alma
ciertamente odia a cualquiera que ama la violencia”. (Salmos 11:5.) ¿Podría
ocurrir que el hábito de ver películas violentas afectase tu actitud hacia la
violencia? ¿Podría darse el caso de que empezases a encontrar entretenida y
hasta divertida la violencia? Y, ¿cabría la posibilidad de que te volvieses más
propenso que antes a zanjar problemas y diferencias mediante el uso de la
fuerza? Bien se dijo en Proverbios 10:23: “El necio disfruta con el crimen”. (Serafín
de Ausejo.)
Y, ¿qué
efecto podrían tener en tu moralidad cristiana? ¿Podría ser que ver escenas
crudas de sexo y desnudez te hiciera perder de vista lo impropio de participar
en relaciones sexuales premaritales y las lamentables consecuencias de tal
conducta? ¿Podría debilitar tu ‘odio a lo que es malo’? (Salmos 97:10.)
La
escritora Jane Burgess-Kohn explica la experiencia de una chica llamada Jeanie.
Después de “ver una película muy erótica” con el chico con quien salía, Jeanie
admitió que se sintió “excitada” hasta el punto de empezar a acariciarse y
besuquearse. Pero no pudo parar allí. “Lamento decir —confesó Jeanie— que
aquella noche fui fácil de persuadir para tener relaciones sexuales.
Todavía no sé lo que me hizo perder la razón. Ni siquiera me gustaba
demasiado el chico.”
De
modo que, indiscutiblemente, las películas tienen el poder de influir en tu
corazón, tus pensamientos y tu comportamiento.
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