martes, 31 de julio de 2012

¿Por que Dios permite el sufrimiento?


Mucha gente de distintas religiones ha preguntado a sus líderes y maestros religiosos por qué sufrimos tanto. La respuesta que suelen darles es que esa es la voluntad de Dios y que él ya determinó hace mucho tiempo todo lo que iba a suceder, hasta las desgracias. A muchas personas les han dicho que los caminos de Dios son misteriosos o que Dios se lleva a la gente, incluso a los niños, para que estén con él en el cielo. Sin embargo, como usted ha aprendido, Jehová nunca causa nada malo. La Biblia dice: “¡Lejos sea del Dios verdadero el obrar inicuamente [o con maldad], y del Todopoderoso el obrar injustamente!” (Job 34:10).


¿Sabe por qué las personas cometen el error de culpar a Dios de todos los sufrimientos? En muchos casos, porque creen que el Dios todopoderoso es el gobernante de este mundo. No conocen una sencilla pero importante verdad que enseña la Biblia que el verdadero gobernante de este mundo es Satanás.


La Biblia dice claramente que “el mundo
entero yace en el poder del inicuo”, el Diablo (1 Juan 5:19). ¿Verdad que eso lo explica todo? El mundo refleja la personalidad del espíritu invisible que “está extraviando [o engañando] a toda la tierra habitada” (Revelación [Apocalipsis] 12:9). Satanás actúa con engaño, odio y crueldad. Por eso el mundo, que se encuentra bajo su control, está lleno de engaño, odio y crueldad. Esa es la primera razón por la que hay tanto sufrimiento.


La segunda razón es, desde que el hombre se rebeló en el jardín de Edén, es imperfecto y pecador. Por lo tanto, le atrae el poder y lucha por obtenerlo, lo que ha traído guerras, opresión y sufrimiento (Eclesiastés 4:1; 8:9). La tercera razón por la que sufrimos es lo que la Biblia llama “el tiempo y el suceso imprevisto” (Eclesiastés 9:11). Como este mundo no está gobernado por Jehová, no cuenta con su protección. Así que la gente puede sufrir daño por encontrarse en cierto lugar en un mal momento.


Es un consuelo saber que Dios no causa el sufrimiento. Él no es el culpable de las guerras, los crímenes, la opresión ni las catástrofes naturales que tanto dolor nos producen. Pero aún tenemos que contestar la pregunta de por qué permite todo ese sufrimiento. Si es todopoderoso, está claro que tiene el poder para ponerle fin. Entonces, ¿por qué no lo hace? Como hemos llegado a conocer a Jehová y hemos visto que es un Dios amoroso, estamos seguros de que debe tener una buena razón (1 Juan 4:8).


Para averiguar por qué permite Dios el sufrimiento, debemos retroceder al momento en que comenzaron todos los problemas. Cuando Satanás consiguió que Adán y Eva desobedecieran a Jehová, surgió una importante cuestión. Satanás no puso en duda el poder de Jehová, pues sabía que no tiene límites. Más bien, puso en duda Su derecho a gobernar. Al afirmar que Dios es un mentiroso y que impide que sus súbditos disfruten de cosas buenas, el Diablo lo estaba acusando de ser un mal gobernante (Génesis 3:2-5). Además, estaba dando a entender que a los seres humanos les iría mejor si no los gobernaba Dios. De esta manera lanzó un ataque contra la soberanía de Jehová, es decir, su derecho a gobernar.


Cuando Adán y Eva se rebelaron contra Jehová, fue como si dijeran: “No necesitamos que Dios nos gobierne. Podemos decidir por nosotros mismos lo que está bien y lo que está mal”. ¿Cómo resolvería Jehová la cuestión? ¿Cómo demostraría a todas las criaturas inteligentes que los rebeldes no tenían razón y que la forma en que él hace las cosas es la mejor? Hay quien piensa que Dios debería haber destruido a los rebeldes y haber creado una nueva pareja humana. Pero él ya había declarado que su propósito era que la Tierra fuera un paraíso y se llenara con los descendientes de Adán y Eva (Génesis 1:28). Y Jehová siempre cumple todo lo que se propone (Isaías 55:10, 11). Además, si hubiera eliminado a los rebeldes en el jardín de Edén, no se habría resuelto la cuestión relacionada con Su derecho a gobernar.


Pongamos una comparación. Un maestro está explicando a sus alumnos cómo resolver un difícil problema de matemáticas. De repente, un alumno inteligente pero rebelde afirma que la forma en que lo está resolviendo es incorrecta, y así da a entender que es un mal maestro. El muchacho insiste en que él conoce una forma mucho mejor de resolverlo. Algunos de sus compañeros de clase creen que tiene razón y se rebelan también. ¿Qué debería hacer el maestro? Podría echar de la clase a los estudiantes rebeldes, pero ¿cómo reaccionarían los demás? Tal vez pensarían que su compañero y los que se unieron a él tienen razón. Podrían perderle el respeto al maestro y pensar que tiene miedo de que se pruebe que está equivocado. Pero ahora suponga que el profesor permite que el estudiante rebelde demuestre a la clase cómo resolvería él el problema.


Jehová ha hecho algo parecido. Recuerde que quienes se rebelaron en el jardín de Edén no eran los únicos implicados en la cuestión. Millones de ángeles observaron lo que ocurrió (Job 38:7; Daniel 7:10). La forma en que Jehová respondiera a la rebelión tendría importantes consecuencias para aquellos ángeles y, con el tiempo, para todas las demás criaturas inteligentes. Así pues, ¿qué ha hecho Jehová? Ha permitido que Satanás demuestre cómo gobernaría él a la humanidad. Y también ha permitido que los seres humanos se gobiernen a sí mismos bajo la dirección de Satanás.


El maestro del que hablábamos sabe que el joven rebelde y los alumnos que lo apoyan no tienen razón. Pero también sabe que si deja que intenten resolver el problema a su manera, toda la clase se beneficiará. Así es, cuando se demuestre que los rebeldes están equivocados, los alumnos que sean sinceros reconocerán que el maestro es el único capacitado para dar la clase. Además, entenderán por qué a continuación este expulsa de la clase a los estudiantes rebeldes. Del mismo modo, Jehová sabe que todos los ángeles y humanos sinceros se beneficiarán cuando vean que Satanás y los demás ángeles rebeldes no tienen razón y que la humanidad no puede gobernarse a sí misma. Aprenderán esta gran verdad que expresó el profeta Jeremías: “Bien sé yo, oh Jehová, que al hombre terrestre no le pertenece su camino. No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso” (Jeremías 10:23).


Pero ¿por qué ha permitido Jehová que el sufrimiento dure tanto tiempo? ¿Y por qué no evita que sucedan cosas malas? Pues bien, pensemos en dos cosas que el maestro antes mencionado no haría. Por un lado, no impediría que el alumno rebelde demostrara cuál es su solución, y por otro lado, no lo ayudaría a resolver el problema. De igual modo, hay dos cosas que Jehová ha decidido no hacer. En primer lugar, no ha impedido que el Diablo y los que están de su parte intenten demostrar que tienen razón. Para ello ha sido necesario dejar pasar el tiempo. En sus miles de años de historia, la humanidad ha probado todo tipo de gobierno y ha hecho avances en la ciencia y en otros campos. No obstante, las injusticias, la pobreza, los delitos y las guerras no han dejado de aumentar. Está más que demostrado que la gobernación humana es un fracaso.


 En segundo lugar, Jehová no ha ayudado a Satanás a gobernar este mundo. Si Dios evitara que ocurrieran crímenes horribles y otras desgracias, ¿no cree que en realidad estaría apoyando a los rebeldes? ¿Verdad que podríamos pensar que los seres humanos podemos gobernarnos sin que se produzcan resultados desastrosos? Si Jehová actuara de esa forma, sería cómplice de una mentira. Sin embargo, “es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18).


Pero ¿qué puede decirse de todo el daño que ha causado la larga rebelión contra Dios? Recordemos que Jehová es todopoderoso. Por lo tanto, puede reparar todo ese daño y, además, va a hacerlo. Nuestro planeta se recuperará del maltrato que ha recibido y se convertirá en un paraíso. Gracias a la fe en el sacrificio de Jesús, los seres humanos serán liberados de las consecuencias del pecado. Y en el caso de los difuntos, la resurrección reparará el daño causado por la muerte. De esa forma, Dios utilizará a Jesús “para desbaratar las obras del Diablo” (1 Juan 3:8). Jehová hará todo esto en el momento que él considere mejor. Podemos alegrarnos de que no haya actuado antes, pues gracias a su paciencia se nos ha ofrecido la oportunidad de aprender la verdad y servirle (2 Pedro 3:9, 10). Mientras tanto, Dios está buscando a las personas que desean sinceramente adorarlo y las ayuda a aguantar los sufrimientos en este mundo lleno de problemas (Juan 4:23; 1 Corintios 10:13).


Algunos tal vez piensen que todo este sufrimiento se habría evitado si Dios hubiera creado a Adán y Eva de tal modo que fueran incapaces de rebelarse. Para saber por qué no lo hizo, recuerde un valioso regalo que Jehová nos ha hecho.


¿CÓMO UTILIZARÁ USTED EL REGALO DE DIOS?



Los seres humanos fuimos creados con libre albedrío, es decir, con la capacidad de tomar nuestras propias decisiones. ¿Se da cuenta de lo valioso que es ese regalo? Dios creó también muchísimos animales, pero todos ellos se guían principalmente por el instinto (Proverbios 30:24). Y el hombre ha fabricado robots que están programados para obedecer órdenes. ¿Seríamos nosotros felices si Dios nos hubiera hecho de esa forma? Claro que no. Por eso nos alegra tener la libertad de decidir, por ejemplo, qué clase de personas seremos, qué vida llevaremos y qué amistades haremos. A nosotros nos encanta tener esa libertad, y Dios quiere que la tengamos.


Jehová no desea que le sirvamos por obligación (2 Corintios 9:7). ¿Qué prefiere cualquier padre o madre: que su hijo le diga “Te quiero mucho” porque lo han obligado a hacerlo, o porque le sale del corazón? Entonces, la pregunta que usted debe hacerse es: “¿Cómo utilizaré yo el libre albedrío que Jehová me ha dado?”. Usted tiene la posibilidad de utilizar ese maravilloso regalo, el libre albedrío, de la mejor forma. Puede unirse a los millones de seres humanos que se han puesto del lado de Jehová. Estas personas le causan gran alegría a Dios porque demuestran que Satanás es un mentiroso y un malísimo gobernante

¿Qué es el Día del Juicio?



¿CÓMO se imagina usted el Día del Juicio? Muchos creen que miles de millones de almas se presentarán de una en una ante el trono de Dios para ser juzgadas. También piensan que algunas serán recompensadas con una vida dichosa en el cielo, mientras que otras serán condenadas a sufrir tormento eterno. Sin embargo, la Biblia indica que el Día del Juicio será muy distinto: no será un tiempo de terror, sino de esperanza y restauración.

En Revelación (o Apocalipsis) 20:11, 12, el apóstol Juan describe así el Día del Juicio: “Vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado en él. De delante de él huyeron la tierra y el cielo, y no se halló lugar para ellos. Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono, y se abrieron rollos. Pero se abrió otro rollo; es el rollo de la vida. Y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos”. ¿Quién es el Juez sentado en ese trono?

Jehová Dios es el Juez Supremo de la humanidad. Sin embargo, ha dejado la labor de juzgar en manos de otra persona. Según Hechos 17:31, el apóstol Pablo dijo que Dios “ha fijado un día en que se propone juzgar la tierra habitada con justicia por un varón a quien ha nombrado”. Y ese Juez es el resucitado Jesucristo (Juan 5:22). Pero ¿cuándo empezará el Día del Juicio y cuánto durará?

El libro de Revelación indica que el Día del Juicio comenzará tras la guerra de Armagedón, la cual acabará con el mundo de Satanás (Revelación 16:14, 16; 19:19–20:3). Después de Armagedón se encerrará a Satanás y sus demonios en un abismo, donde permanecerán mil años. Durante ese tiempo, los 144.000 coherederos celestiales juzgarán a la gente y “reinar[án] con el Cristo por mil años” (Revelación 14:1-3; 20:1-4; Romanos 8:17). Como vemos, el Día del Juicio no será un período de actividad apresurada que dure solo veinticuatro horas, sino que se extenderá por todo un milenio.

Durante esos mil años, Jesucristo tendrá que “juzgar a los vivos y a los muertos” (2 Timoteo 4:1). La expresión “los vivos” se refiere a las personas que componen la “gran muchedumbre”, las cuales sobrevivirán a la guerra de Armagedón (Revelación 7:9-17). El apóstol Juan también vio a “los muertos [...] de pie delante del trono” de juicio. Como prometió Jesús, “los que están en las tumbas conmemorativas oirán [la] voz [de Cristo] y saldrán” al ser resucitados (Juan 5:28, 29; Hechos 24:15). Ahora bien, ¿qué se tendrá en cuenta a la hora de juzgar a todas esas personas?

En la visión que tuvo el apóstol Juan “se abrieron rollos” y “los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos”. ¿Contienen estos rollos un registro de las obras que realizaron en el pasado las personas? No. El juicio no se centrará en lo que hicieron antes de morir. ¿Cómo lo sabemos? Porque la Biblia dice que “el que ha muerto ha sido absuelto de su pecado” (Romanos 6:7). En el caso de los que resuciten, se hará borrón y cuenta nueva, por así decirlo. Por lo tanto, esos rollos tienen que representar nuevas instrucciones de parte de Dios. Para vivir eternamente, tanto los resucitados como los sobrevivientes de Armagedón tendrán que obedecer los mandamientos de Dios. Entre estos estarán todos los mandatos que Jehová decida revelar durante los mil años. De este modo, cada uno será juzgado por lo que haga durante el Día del Juicio.

En el Día del Juicio, miles de millones de personas tendrán por primera vez la oportunidad de aprender cuál es la voluntad de Dios y luego hacerla. Para ello, deberá realizarse una obra educativa a gran escala. En efecto, “justicia es lo que los habitantes de la tierra productiva ciertamente aprende[rán]” (Isaías 26:9). Sin embargo, no todo el mundo estará dispuesto a hacer la voluntad de Dios. Isaías 26:10 dice: “Aunque se muestre favor al inicuo, simplemente no aprenderá justicia. En la tierra de derechura [o rectitud] actuará injustamente, y no verá la eminencia de Jehová”. Esta gente malvada será destruida para siempre durante el Día del Juicio (Isaías 65:20).

Cuando finalice el Día del Juicio, los seres humanos que sigan con vida habrán “llega[do] a vivir” en el sentido pleno de la palabra, ya que serán perfectos (Revelación 20:5). Por lo tanto, durante el Día del Juicio, la humanidad recuperará la perfección original (1 Corintios 15:24-28). Luego vendrá una prueba final. Para ello, se liberará a Satanás y se le permitirá que trate de engañar a la humanidad por última vez (Revelación 20:3, 7-10). Las personas que se opongan al Diablo verán cómo se cumple a plenitud esta promesa bíblica: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella” (Salmo 37:29). Sin lugar a dudas, el Día del Juicio será una bendición para todas las personas fieles.




¿Qué es “Babilonia la Grande”?


EL LIBRO de Revelación, o Apocalipsis, contiene expresiones que no deben entenderse al pie de la letra (Revelación 1:1). Por ejemplo, habla de una prostituta que lleva escrito en la frente el nombre “Babilonia la Grande”. También dice que se sienta sobre “muchedumbres y naciones” (Revelación 17:1, 5, 15). Eso no podría hacerlo ninguna mujer de carne y hueso, de modo que Babilonia la Grande tiene que ser un símbolo. La cuestión es: ¿qué representa?

En Revelación 17:18 se explica que es “la gran ciudad que tiene un reino sobre los reyes de la tierra”. La palabra “ciudad” nos hace pensar en un grupo organizado de personas. Además, esta “gran ciudad” controla a “los reyes de la tierra”. Por lo tanto, Babilonia la Grande tiene que ser una organización que ejerza una gran influencia por todo el planeta. Bien puede decirse que es un imperio mundial. Pero ¿de qué clase? Se trata de un imperio religioso. Veamos cómo nos llevan a esta conclusión algunos pasajes del libro de Revelación.

Los imperios pueden ser de tipo político, comercial o religioso. Sabemos que Babilonia la Grande no puede ser un imperio político porque la Palabra de Dios dice que “los reyes de la tierra [los sistemas políticos de este mundo] cometieron fornicación” con ella. El que cometa fornicación con los gobernantes de la Tierra simboliza que hace alianzas con ellos. Es comprensible, por lo tanto, que se la llame “la gran ramera” (Revelación 17:1, 2; Santiago 4:4).

La Biblia dice que cuando esta mujer sea destruida, lo lamentarán los “comerciantes [...] de la tierra”, o sea, el sistema mercantil. Así, queda claro que Babilonia la Grande no es un imperio comercial. De hecho, los textos bíblicos indican que tanto los reyes como los comerciantes se quedarán mirándola desde “lejos” (Revelación 18:3, 9, 10, 15-17). Por lo tanto, es lógico concluir que Babilonia la Grande no es un imperio ni político ni comercial, sino religioso.

Hay otra prueba de que se trata de un imperio religioso: se afirma expresamente que engaña a las naciones con su “práctica espiritista” (Revelación 18:23). Todas las variedades de espiritismo tienen su origen en los demonios. Por eso no sorprende que la Biblia llame a Babilonia la Grande “lugar de habitación de demonios” (Revelación 18:2; Deuteronomio 18:10-12). Además, vemos que este imperio se opone con empeño a la religión verdadera, pues persigue a los “profetas” y a los “santos” (Revelación 18:24). Tanto odia a la religión verdadera, que persigue con violencia a “los testigos de Jesús” y llega a matarlos (Revelación 17:6). No cabe duda: Babilonia la Grande representa el imperio mundial de la religión falsa, el cual incluye a todas las religiones opuestas a Jehová Dios.





Mitos del Cristianismo


El alma es inmortal

¿Cómo se creó el mito? “Los primeros filósofos cristianos adoptaron el concepto griego de que el alma es inmortal. Pensaban que Dios creaba e infundía el alma en el cuerpo al momento de la concepción.” (The New Encyclopædia Britannica, 1988.)

¿Qué dice la Biblia? “El alma que pecare, esa morirá.” (Ezequiel 18:4, Reina-Valera, 1960.)

Las Escrituras describen así la creación de la primera alma humana: “Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma [en hebreo, néfesch] viviente” (Génesis 2:7).

La palabra hebrea néfesch, que se traduce por “alma”, significa literalmente “criatura que respira”. Cuando Dios creó a Adán, lo que infundió en su cuerpo no fue un alma inmortal, sino la fuerza de vida, que se conserva por medio de la respiración. Por lo tanto, cuando la Biblia habla del alma, se refiere al entero ser vivo. Y ¿qué ocurre si el alma pierde la fuerza de vida? Dicho sencillamente, muere (Génesis 3:19; Ezequiel 18:20).

Claro, cuando se adoptó la doctrina de la inmortalidad del alma, surgieron otras cuestiones: ¿Dónde va el alma tras la muerte? ¿Qué le sucede al alma de las personas malas? Todo esto dio lugar a la creación de otro mito: los malos son atormentados en el infierno.

Otras citas Bíblicas: Eclesiastés 3:19; Mateo 10:28; Hechos 3:23.

LA VERDAD:

Cuando una persona muere, deja de existir.




Las personas malas sufren tormento en el infierno

¿Cómo se creó el mito? “De todos los filósofos griegos de la época clásica, Platón es quien más ha influido en el pensamiento tradicional sobre el infierno.” (Historia de los infiernos, de Georges Minois, página 64.)

“Desde mediados del siglo II d.C., algunos cristianos educados en la filosofía griega empezaron a sentir la necesidad de expresar sus creencias en los términos de esta [...]. La filosofía que más les convino fue el platonismo.” (The New Encyclopædia Britannica, 1988.)

“La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, ‘el fuego eterno’ [...]. La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios.” (Catecismo de la Iglesia Católica, tercera edición revisada, página 242.)

¿Qué dice la Biblia? “Los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, [...] pues no hay actividad ni planes, ni ciencia ni sabiduría, en el Seol adonde te encaminas.” (Eclesiastés 9:5, 10, Biblia de Jerusalén Latinoamericana.)

Seol es una palabra de origen hebreo que se refiere a “la morada de los muertos” y que algunas Biblias traducen por “infierno”. ¿Qué nos enseña este pasaje sobre el estado en que se encuentran los muertos? ¿Están siendo atormentados en el Seol para pagar por sus pecados? No, pues el versículo dice que “no saben nada”. En efecto, los muertos ni sienten ni padecen. Eso explica por qué el patriarca Job, cuando estaba sufriendo una enfermedad muy grave, le pidió a Dios que lo protegiera “en el infierno” (Job 14:13, Biblia Americana San Jerónimo). ¿Habría hecho esa petición si el infierno fuera un lugar donde se torturara eternamente a las almas? Claro que no. En la Biblia, el infierno (o Seol) es la sepultura colectiva adonde va la gente al morir, un lugar simbólico donde no existe ninguna actividad.

Esta definición del infierno no solo concuerda con las Escrituras, sino que también es más lógica. Al fin y al cabo, ¿qué horrible crimen podría cometer alguien para merecer que el Dios de amor lo torturara por los siglos de los siglos? (1 Juan 4:8.) Ahora bien, si el tormento del infierno es un mito, ¿qué hay del cielo?

Otras citas Bíblicas: Salmo 146:3, 4; Hechos 2:25-27; Romanos 6:7, 23.

LA VERDAD:

Dios no castiga a las personas en el infierno.



Todos los buenos van al cielo

¿Cómo se creó el mito? A partir del siglo II, cuando los apóstoles de Jesús ya habían muerto, cobró importancia un grupo de teólogos conocidos hoy como los Padres de la Iglesia. Según una enciclopedia, “enseñaban que el alma incorpórea recibe la gloria celestial inmediatamente después de cualquier purificación que sea necesaria tras la muerte” (New Catholic Encyclopedia, 2003).

¿Qué dice la Biblia? “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra.” (Mateo 5:5.)

Aunque Jesús prometió a sus discípulos que les prepararía un lugar en el cielo, no dio a entender que todas las personas buenas irían allí (Juan 3:13; 14:2, 3). Recordemos que él oró para que se hiciera la voluntad de Dios no solo “en el cielo”, sino también “sobre la tierra” (Mateo 6:9, 10). En realidad, existen dos posibles destinos para los justos. Unos pocos irán al cielo para reinar con Cristo, pero la mayoría vivirá eternamente en la Tierra (Revelación [Apocalipsis] 5:10).

Con el tiempo, la Iglesia primitiva cambió el concepto que tenía sobre su función en la Tierra. Una enciclopedia explica que “la Iglesia como institución poco a poco fue ocupando el lugar del esperado Reino de Dios” (The New Encyclopædia Britannica). A fin de consolidar su poder, comenzó a mezclarse en la política, a pesar de que Jesús había indicado claramente que sus seguidores no serían “parte del mundo” (Juan 15:19; 17:14-16; 18:36). Bajo la influencia del emperador romano Constantino, la Iglesia llegó a cambiar algunas de sus creencias fundamentales. Como veremos, una de ellas tenía que ver con la mismísima naturaleza de Dios.

Otras citas Bíblicas: Salmo 37:10, 11, 29; Juan 17:3; 2 Timoteo 2:11, 12.

LA VERDAD:

La mayoría de las personas buenas vivirán para siempre en la Tierra, no en el cielo.


 

Dios es una Trinidad



     ¿Cómo se creó el mito? “Podría parecer que el dogma trinitario es, a fin de cuentas, un invento de finales del siglo IV. Y en cierto sentido, así es [...]. La fórmula ‘tres Personas distintas y un solo Dios’ no se arraigó firmemente sino hasta finales del siglo IV. Y, desde luego, no llegó a ser parte integral de la vida cristiana y de su profesión de fe antes de esa fecha.” (New Catholic Encyclopedia, 1967.)

“En el Concilio de Nicea que se celebró el 20 de mayo del año 325, Constantino mismo presidió y dirigió activamente las deliberaciones. Fue él quien propuso [...] la idea de que el Hijo es ‘consustancial al Padre’, fórmula fundamental con la que se describió la relación entre Cristo y Dios en el credo que allí se emitió. [...] Intimidados por el emperador, los obispos —con solo dos excepciones— firmaron el credo, muchos de ellos en contra de su opinión.” (Encyclopædia Britannica, 1970.)

¿Qué dice la Biblia? “[Esteban], lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios; y dijo: ‘Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios’.” (Hechos 7:55, 56, Biblia de Jerusalén Latinoamericana.)

Como vemos, Esteban se llenó del espíritu santo de Dios —su fuerza activa— y vio a Jesús “de pie a la diestra de Dios”. ¿Qué nos enseña eso? Que Jesús no se convirtió en Dios después de resucitar y subir al cielo; en efecto, él es un ser espiritual diferente a su Padre. Además, el relato no indica que hubiera una tercera persona al lado de Dios. A lo largo del tiempo se han hecho muchos intentos por encontrar versículos con los que defender la Trinidad; con todo, un sacerdote dominico tuvo que reconocer: “En ningún lugar del Nuevo Testamento se encuentra la afirmación de que existen tres personas en un solo Dios” (À l’aube du christianisme: la naissance des dogmes [Los albores del cristianismo: el nacimiento de los dogmas], de Marie-Émile Boismard).

La intención de Constantino al promover este dogma era acabar con los desacuerdos que había en la Iglesia durante el siglo IV. Sin embargo, la creación de este mito generó otra cuestión: María, la mujer que dio a luz a Jesús, ¿es “la Madre de Dios”?

Otras citas Bíblicas: Mateo 26:39; Juan 14:28; 1 Corintios 15:27, 28; Colosenses 1:15, 16.

LA VERDAD:

La Trinidad es una doctrina inventada a finales del siglo IV.




María es la Madre de Dios

¿Cómo se creó el mito? “La veneración de la madre de Dios cobró auge cuando [...] los paganos se convirtieron en masa. [...] El milenario culto a la ‘gran diosa madre’ y a la ‘virgen divina’ había moldeado [la] devoción y religiosidad [de aquellos paganos conversos].” (The New Encyclopædia Britannica, 1988.)

¿Qué dice la Biblia? “Vas a concebir [...] un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo [...]; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios.” (Cursivas nuestras; Lucas 1:31-35, Biblia de Jerusalén Latinoamericana.)

Como puede verse en este pasaje bíblico, María no fue la madre de Dios, sino del “Hijo de Dios”. La Biblia dice que ni siquiera los cielos pueden contener a Dios; entonces, ¿cómo iba a contenerlo la matriz de María? (1 Reyes 8:27.) Además, ella jamás afirmó ser la madre de Dios. Así pues, ¿a qué se debe esta confusión respecto a la identidad de María? Al mito de la Trinidad. Las bases para la devoción a María se sentaron en el año 431, cuando el Concilio de Éfeso la proclamó “Madre de Dios”, o Theotokos (en griego, “la que da a luz a Dios”). Es interesante notar que Éfeso, la ciudad donde se celebró aquel concilio, fue por siglos el centro del culto idolátrico a Ártemis, la diosa de la fertilidad.

Muchos aspectos de la veneración a María, como las procesiones, tienen su origen en la adoración de Ártemis, cuya imagen supuestamente “cayó del cielo” (Hechos 19:35). De hecho, otra práctica que se infiltró poco a poco en la doctrina cristiana fue el empleo de imágenes.

Otras citas Bíblicas: Mateo 13:53-56; Marcos 3:31-35; Lucas 11:27, 28.

LA VERDAD:

María fue madre del Hijo de Dios. El mito de que es la Madre de Dios en realidad procede de la doctrina de la Trinidad.



Está bien usar imágenes para adorar a Dios

¿Cómo se creó el mito? “Los primeros cristianos no usaban imágenes para adorar a Dios [...]. La Iglesia justificó la admisión de imágenes durante los siglos IV y V argumentando que la gente inculta aprendería las enseñanzas del cristianismo más fácilmente con imágenes que con sermones o libros.” (Cyclopedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature, de McClintock y Strong.)

¿Qué dice la Biblia? “No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores.” (Éxodo 20:4, 5, Nueva Versión Internacional.) Y en el siglo I, el apóstol Juan exhortó a los cristianos: “Hijitos, guárdense de los ídolos” (1 Juan 5:21).

Muchas religiones afirman que las imágenes no son ídolos, sino un medio para acercarse y honrar a la persona a la que representan. Pero ¿es eso cierto? De acuerdo con una enciclopedia, “es posible que, al principio, las imágenes tuvieran fines principalmente didácticos y decorativos; al menos, así era como se justificaba su uso. Sin embargo, pronto resultó evidente que se habían convertido en objeto de veneración. Esto es especialmente cierto en el caso de los iconos de la Iglesia Ortodoxa Oriental, donde llegaron a ser parte principal del culto” (The Encyclopedia of Religion). Ahora bien, ¿tienen algún valor esas imágenes? No, pues el profeta Isaías dijo: “¿A quién, pues, compararéis a Dios y a qué imagen haréis que se le asemeje?” (Isaías 40:18, Nácar-Colunga, 1972).

Otras citas Bíblicas: Isaías 44:13-19; Hechos 10:25, 26; 17:29; 2 Corintios 5:7.

LA VERDAD:

Dios no aprueba que usemos imágenes para adorarlo.




sábado, 28 de julio de 2012

El verdadero origen de la navidad


¿Sabía usted que la fiesta navideña que el catolicismo romano instituyó bajo engaño cada diciembre, realmente no es la celebración del nacimiento de Jesús, si no una celebración pagana dedicada al dios sol?

Jesús no nació en diciembre

Lo primero que hay que aclarar es que Jesús no nación en diciembre.

1- La Biblia dice que en el nacimiento de Jesús…

Lucas 2:8 “También había en aquella área pastores que vivían a campo raso y guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebajos.”

- Diciembre en esa región, en los tiempos de Jesús, era una época de invierno, y por eso los pastores no guardaban las vigilias sobre sus rebaños en ese mes del año, sino que los llevaban de las montañas a los rediles antes del 15 de octubre. En otoño si guardaban las vigilia sobre sus ovejas.

Esto quiere decir que si en su nacimiento había pastores guardando las vigilias sobre sus rebaños, entonces no era invierno y por consecuencia queda claro que Jesús no nació en diciembre.

2- Jesús no pudo nacer en diciembre ya que las autoridades de aquel entonces no hubieran escogido esa época del año para un empadronamiento público, que requería que la población se trasladara desde los lugares del país en donde Vivian a sus pueblos natales, porque las tempestades invernales de diciembre hubieran impedido el empadronamiento.

Entonces ¿en qué mes nació Jesús?

Para poder saberlo debemos tomar como referencia el nacimiento de Juan el bautista, ya que Jesús nació 6 meses después que él (Lucas 1:26,36). El padre de Juan era sacerdote perteneciente a la orden de Abdías, y de los 24 grupos de sacerdotes que servían en el templo al grupo de Abdías le correspondía el octavo turno. Contando los turnos desde comienzos de año, a su grupo sacerdotal le correspondió servir a principios de junio.

Jesús nació en octubre.

Nemrod
La Biblia dice que al momento de la concepción de Juan su padre sacarías oficiaba su turno en el templo (junio) (Lucas 1:18-19), lo que indica que 9 meses después nació Juan, en el mes de abril y Jesús 6 meses después, en octubre.



Entonces es claro que Jesús debió nacer en octubre. Además en este mes por ser otoño los pastores sí guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebaños, como narra la biblia que ocurrió.

¿Entonces quién nació el 25 de diciembre? ¿A quién le celebran cumpleaños en esa fecha?

Realmente la navidad es una fiesta nacida en la pagana Babilonia hace aproximadamente 2.600 años A.C. para celebrar el nacimiento del dios Tammuz, que según su creencia era la encarnación del dios sol.

Los registros históricos y Bíblicos dicen que después del diluvio hubo un hombre llamado Nemrod, biznieto de Noé, el cual fue el primer poderoso y tirano de la tierra, que estableció y reinó sobre sumeria-caldea, la cual se constituyo en el primer reino en la historia de la tierra.

Tammuz
Génesis 10:6-11 “cus fue el padre de Nemrod, conocido como el primer hombre fuerte de la tierra… las principales ciudades de su reino fueron babel, erec, acad y calne… desde esa región Nemrod salió hacia el sur, donde construyo las ciudades de Nínive. Rejobot…”

La historia cuenta que babilonia se constituyó en una tierra idolatra y ocultista. Nimrod se casó con una mujer practicante del ocultismo llamada Semiramis, la cual fue reina sobre Babilonia.

Diodorus, varón griego de Cecilia registra la historia de Semiramis (la historia de la civilización tomo I, will durant, pág. 267)

Al morir nimrod Semiramis se proclamo así misma “rhea”, que quiere decir “madre de los dioses”. Años después Nimrod fue conocido como “Baal” y dios sol, que significa amo o señor. También lo llamaron “kronos” y los romanos “Saturno“. Semiramis siendo la esposa de Baal, adoptaría también el titulo de baalti, que al traducirlo al latín significa “mea domina”, y en italiano traduce como “Madonna”. El catolicismo romano para infiltrar su paganismo babilónico en el cristianismo, tomo el nombre de maría para infiltrar a Semiramis y hacer que el mundo entero la adorara. El vaticano llama a maría “la Madonna” (esposa de Baal).
Semiramis - María

La imagen que adoran como la virgen maría cargando a Jesús es la misma utilizada en las diferentes culturas para el culto babilónicomadre e hijo”, donde aparecen Semiramis sosteniendo a Tammuz en sus brazos.

Entonces dejemos claro que histórica y bíblicamente la que Roma adora y venera como “la virgen” no es maría la madre de Jesús, sino Semiramis. Esto no quiere decir que maría la de la Biblia sea un demonio; lo que hay que entender es que Roma solo tomó su nombre para infiltrar bajo engaño el culto a Semiramis y tammuz.  Tammuz encarnación del dios sol.



Luego de morir nimrod Semiramis salió embarazada e hizo creer que el niño que esperaba había sido concebido virginalmente y proclamó que era la encarnación del dios sol (nimrod= Baal o “rapara los egipcios), y le puso por nombre: Tammuz.

Y luego de los años elevaron a Semiramis y a su hijo como dioses y se popularizó el “culto a la madre y el hijo”. A Semiramis la llamaron la reina del cielo, y a través del tiempo y otras culturas ha adoptado diferentes nombres como: Astarot, Diana, Isis, Astarte y actualmente virgen maría. La imagen que adoraban en babilonia era a “Semiramis cargando en sus brazos a Tammuz”.

Tammuz nació un 25 de diciembre del año 3005 a.c

Cada 25 de diciembre los babilónicos instituyeron la fiesta de navidad como celebración del nacimiento de Tammuz, encarnación del dios sol.




El árbol de navidad
Babilonia y el árbol navideño

Otro de los nombres babilónicos dados al dios sol fue “Baal-Bereth”, que quiere decir “el señor del pino”, ya que decían que “nimrod” fue cortado y asesinado en el vigor de su juventud y su gloria, por lo cual lo representaron como un gran árbol despojado de todas sus ramas y cortado casi al suelo. La creencia pagana cuenta que la serpiente a quien ven como el símbolo restaurador de vida “aesculapius. Baal-Bereth, se enrolló en el tronco muerto, y a su lado brota un árbol joven y destinado a nunca ser cortado por el enemigo, el cual es su hijo tammuz, dios sol encarnado para seguir reinando. Por esta razón cada navidad usaban el árbol de pino, ya que este representa el nacimiento de tammuz.


Fuente de informacion:
http://haciafueraweb.com/index.php?option=com_content&view=article&id=95:el-verdadero-origen-de-la-navidad&catid=44:enigmas&Itemid=119




Los magos dirigidos por una estrella

Aquellos magos eran en realidad astrólogos del oriente (Mateo 2:1, 2, NM; BD). Aunque la astrología es popular entre muchas personas hoy, la Biblia desaprueba enérgicamente esta práctica. ¿Habría conducido Dios hacia el recién nacido Jesús a personas cuyas prácticas condenaba?


Mateo 2:1-16 muestra que la estrella condujo a los astrólogos primero hacia el rey Herodes y luego hacia Jesús, y que Herodes entonces procuró que se diera muerte a Jesús. No se menciona que nadie además de los astrólogos haya visto la “estrella”. Después que ellos partieron, el ángel de Jehová advirtió a José que huyera a Egipto para proteger al niño. ¿Fue aquella “estrella” una señal procedente de Dios, o provino de alguien que procuraba la aniquilación del Hijo de Dios?


Note que el registro bíblico no dice que ellos hallaron al infante Jesús en un pesebre, como por costumbre se pinta en el arte navideño. Cuando los astrólogos llegaron, Jesús vivía en una casa con sus padres. En cuanto a la edad de Jesús entonces, recuerde que Herodes, basándose en lo que había llegado a saber mediante los astrólogos, decretó que se aniquilara a todos los niños varones del distrito de Belén que tuvieran dos años de edad o menos. (Mateo 2:1, 11, 16.)

"El origen del Año Nuevo"

De acuerdo con The World Book Encyclopedia: “El gobernante romano Julio César estableció el 1 de enero como el Día de Año Nuevo en 46 a. de J.C. Los romanos dedicaron este día a Jano, el dios de las entradas, las puertas y los comienzos. El mes de enero recibió nombre en honor de Jano, que tenía dos caras... una que miraba hacia adelante y la otra que miraba hacia atrás”.



Tanto la fecha como las costumbres relacionadas con las celebraciones de Año Nuevo varían de un país a otro. En muchos lugares, la jarana y las bebidas forman parte de las fiestas. No obstante, Romanos 13:13 aconseja: “Como de día andemos decentemente, no en diversiones estrepitosas y borracheras, no en coito ilícito y conducta relajada, no en contienda y celos”. (Véanse también 1 Pedro 4:3, 4 y Gálatas 5:19-21.)